La obra de Bladimir Castillo, enmarcada
en “El Principio de la Existencia” es
una aproximación a la exégesis del estudio de textos antiguos como la Torah,
entre otros, que tratan temas profundos como los que plantea el artista en esta
serie de trabajos plásticos, que se inspiran en el principio de la existencia.
Estas obras han sido realizadas
desde la década de los noventa y hasta la actualidad, pues ellas encarnan años
de lectura, investigación, estudios y experiencias transcurridas durante este
tiempo, en el cual ha ido madurando ideas, creando y depurando un lenguaje
plástico, teniendo como lev motiv desvelar
una visión e ilustrar parte de la esencia con la cual ha sido creado el ser
humano, esencia misma de la nada, y así mostrar el vacío que se encuentra presente
en todo, enfocando estas premisas en la obra,
plantea entre diversos aspectos, el cómo pudo haber sido la creación. En
este sentido, la disertación, la práctica, y las experiencias que ha tenido de
cada uno de los aspectos estudiados en estos textos, le ha permitido poder
indagar plásticamente en dichas nociones filosóficas. Pretendiendo con esto revelar
y descubrir imágenes del mundo esotérico
latentes en cada ser humano, desde el inicio de la existencia, que son llevados al lienzo del creador, por
una necesidad recurrente, manifiesta en la búsqueda incesante del origen y en los
intentos por comprender y compartir la evolución del individuo a través del
arte.
La obra plasmada transita el
recorrido conceptual de ciertos términos y nociones filosóficas sacados de la interpretación de textos de diferentes
culturas antiguas, tomando de ellos aspectos interesantes a desarrollar en las
obras, como son el principio y el fin, el alfa y el omega, la creación,
Tifereth, Nous, y el Gólgota, éstas definiciones adquieren caracterización plástica al ser
interpretadas y pintadas con formas, contornos, líneas y colores, recurriendo
además al grafismo en algunas de ellas, haciendo uso de palabras escritas en
hebreo y español, las cuales permiten acentuar y hacer énfasis en la expresión
de significados importantes. Así mismo esta connotación conceptual que poseen
las obras pertenecientes a esta serie, atesoran una atmósfera de invitación al conocimiento
y a la revelación de lo desconocido, hasta podría considerarse como el
encuentro con lo incomprensible, o de lo que quizás no hace falta
intelectualizar, sino más bien que se establezca la conexión de reencuentro con
lo conocido, y esto último es lo que llena de carácter, interés y pasión a los
lienzos, convirtiéndose así, en una
especie de remembranza de aquello que siempre se ha buscado y se ha atesorado,
eso que sabemos que estaba en algún lugar y ese lugar no es más que dentro de
cada ser humano, es decir hacer conexión con ello hallando y observando estas
obras.
Es por esta razón que en las
obras “El Principio de la Existencia” de José Bladimir Castillo, se representa la
imagen del árbol de la vida y los sefirort, como el camino espiritual recorrido
por el hombre, para demostrar los niveles por los cuales hay que transitar,
para acceder así a la luz incandescente de la sabiduría espiritual. De esta manera, incorpora en esta serie ciertos
símbolos arquetípicos que han estado presentes a lo largo de los siglos en la
memoria visual de algunas culturas de la antigüedad y hasta en nuestros días.
Entre ellos podemos mencionar los
portales, como las grandes puertas que representan el paso de un umbral hacia
otros mundos, que se dividen cual fractales, en sub-mundos a través de más
portales o imágenes de los mismos, representando otros niveles de conciencia cada
vez más plena, a medida que se avanza en ese camino.
Lo manifestado y lo
inmanifestado, son también dos conceptos trabajados en las obras que ha
desarrollado este creador, que plantean lo tangible e intangible del origen de
los tiempos, muestran lo frágil y contunde de la creación, que lleva en su seno
el fenómeno de lo contradictorio y de lo complementario de los opuestos,
mostrando con ello que “sólo aquel que
está en la oscuridad puede ver la luz”
citando al artista.
Los elementos plásticos utilizados, como las líneas
valorizadas, las luces y las sombras, son tratados con sobriedad y sencillez,
destacándose en primer lugar los aspectos conceptuales sobre los formales
plásticos. Los conceptos aquí
desarrollados sobrepasan lo meramente intelectual, para trascender las esferas
de lo espiritual, entendiéndose como la luz que está presente en la esencia de todas las cosas y
de todos los seres. La Corona representada en el cerebro, el Trono simbolizado
con la silla, y la Pituitaria plasmado en la manzana, son también simbolizados
en la figura humana, entre otros de
los planteamientos elaborados por José
Bladimir Castillo para invitarnos a interactuar con una obra en la cual el espectador
completa, interpreta y establece el
encuentro consigo mismo y con la creación que
nos dio origen.
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